De la denuncia a la resistencia

November 27, 2017

El descontento en la sociedad estadounidense está encontrando nuevas formas de bullir a la superficie. ¿Lograrán estas erupciones enlazarse en una resistencia?

DONALD TRUMP quisiera que mantuviéramos nuestras bocas cerradas.

Se lo dijo fuerte y claro a los jugadores de la NFL que protestan arrodillándose durante el himno nacional cuando demandó a los propietarios de la NFL "sacar al hijo de puta en el acto. ¡Fuera! Despedido."

Pero en lugar de callarse, docenas de otros jugadores se sumaron a la protesta para mostrar solidaridad con Colin Kaepernick y los otros, y para alzar su propia voz contra el racismo y la violencia policial.

El símbolo de la protesta se extendió por todo el mundo del deporte y mucho más allá: jugadores en la liga universitaria de fútbol, porristas, equipos femeninos de voleibol, nadadores, todos se han arrodillado desafiando a Trump.

Entre esto y las mujeres que ahora se alzan para denunciar el repugnante historial de acoso sexual del productor de Hollywood Harvey Weinstein, existe un paralelo.

Conocidas actrices y celebridades de Hollywood y personal detrás de las cámaras comparten una experiencia común de violencia y humillación. Cuando el llamado para que otras mujeres contaran sus historias de asalto sexual y acoso en las redes sociales, usando #MeToo, más de medio millón lo hicieron en las primeras 24 horas, y muchas más después.

Protesters take a knee at the March for Racial Justice in Washington, D.C.

Como Jen Roesch escribió en SocialistWorker.org, "Así es como revienta una represa".

#MeToo fue la expresión pública de lo que muchas mujeres sufren en privado. Para muchas, este espontáneo derrame fue un acto de solidaridad con las víctimas de abuso sexual, y un acto de desafío contra una sociedad que a menudo trata a las víctimas con indiferencia, e incluso sospecha.

Aunque hasta ahora #MeToo se ha limitado en gran medida a personas que usan las redes sociales, la izquierda erraría si desconoce su significado.


UNA IRA profunda bulle por debajo de la superficie en torno a temas como el sexismo y el racismo, y casi cada día la administración Trump hace algo para avivar el fuego.

Incluso antes de asumir el cargo, Trump demostró su absoluto desprecio por las mujeres al calificar su burdo alarde de ser un acosador sexual como una simple "bravata de vestuario".

Y después de la horrenda marcha de la extrema derecha en Charlottesville, Virginia --que culminó con la muerte de un manifestante antirracista, y muchos heridos, tras un ataque automovilístico perpetrado por un supremacista blanco--Trump expresó su simpatía por los racistas y su defensa de las estatuas confederadas.

El incesante torrente de insultos y prejuicios reaccionarios de Trump puede hacernos pensar que la resistencia tarda mucho en llegar o que no será suficientemente grande como para frenar la aplanadora.

Pero el hecho es que muchos han alzado su voz contra Trump y la derecha, y seguirán haciéndolo. En el proceso, estrategias deben ser desarrolladas y probadas para ver si fortalecen la resistencia.

Como escribió Karl Marx, la gente "hace su propia historia, pero no la hace a su antojo; no la hace en circunstancias que haya escogido, sino bajo circunstancias ya existentes, dadas y transmitidas desde el pasado".

La resistencia hoy no toma forma solo en respuesta al odio e intolerancia del presidente, sino también en continuidad de las luchas que ya, y de las que no, tuvieron lugar. En este proceso, la izquierda se reconstruye alentadoramente, pero hay mucho trabajo por hacer y muchas lecciones que aprender.

La administración Trump no está dispuesta a detener sus ataques contra los inmigrantes, las mujeres y los musulmanes, y seguramente habrá más estallidos de oposición e ira, algunos organizados y otros no.

Durante el primer día de la administración de Trump ocurrió el mayor día de manifestaciones en la historia de Estados Unidos. La Marcha de la Mujer no fue convocada por organizaciones establecidas, como sindicatos o grupos femeninos, sino por personas que se encontraron a menudo en la Internet y decidieron tomar acción.

La inmensidad de las demostraciones del fin de semana de la inauguración de Trump habla de la voluntad popular de salir a protestar contra Trump. Pero no significa que las organizaciones y la experiencia de lucha que necesitaremos para detener a Trump ya se hayan desarrollado.


PARA MUCHOS jugadores negros de la NFL, tomar una posición contra de la brutalidad policíaca fue un asunto personal; sólo necesitamos preguntar a aquellos que han denunciado la humillación y el maltrato que han sufrido a manos de la policía. Pero fue un movimiento fuera de la cancha, Las Vidas Negras Cuentan, el que abrió el camino para que llevaran su mensaje al estadio.

Muchos puedan sentirse inspirados por la protesta de los jugadores de la NFL, o al menos por su desafío al despreciado Donald Trump, pero es posible que no sea inmediatamente obvio para ellos la influencia de Las Vidas Negras Cuentan o la importancia de asegurar que el activismo antirracista se expanda más allá del campo de juego.

Como Dave Zirin escribió en The Nation: "Si los jugadores mantienen la lucha, será solo porque ven a la gente haciendo el trabajo duro de construir movimientos antirracistas en las calles. Esta es una instancia en que mirar a atletas profesionales no pueden ser un deporte de espectadores".

Del mismo modo, en ausencia de un movimiento activista por los derechos de la mujer, no es sorpresa que la denuncia adopte una forma de expresión individual en #MeToo. Aun así, esto refleja el potencial para crear las redes y organizaciones que necesitamos para hacer retroceder a la administración Trump y el clima más amplio de sexismo, pero también el hecho de que esas organizaciones aún no existen.

Como escribe Jen Roesch:

No es insignificante que millones de mujeres hayan encontrado sus voces, y que millones de hombres hayan comenzado a escuchar. Esto es particularmente cierto con una forma de opresión experimentada individualmente, a menudo en secreto y en silencio.

Pero si esto es un comienzo, no puede detenerse al nivel de la denuncia individual... Necesitamos encontrar formas de alzar nuestras voces contra las instituciones y las desigualdades arraigadas que configuran y distorsionan nuestras vidas, y exigir que cambien.


CADA UNA de las erupciones de lucha que ocurre revela una gran verdad a un número cada vez mayor de personas: qué tan desconectado de la mayoría del pueblo está el supuestamente democrático sistema político de Estados Unidos.

El hecho de que alguien como Trump pueda abrirse paso hasta lo más alto de la sollamada "mayor democracia del mundo" revela cuán poca democracia hay para empezar.

En la era de Trump, la gente anhela maneras de hablar contra la injusticia y hacer que se su voz sea escuchada. Alzar tu voz es un importante primer paso, pero necesitamos construir organizaciones y participar en el diálogo político para fortalecer nuestra lucha, y defendernos de los ataques.

Pero podemos construir sobre cada una de nuestras luchas aprendiendo cómo éstas se han desarrollado históricamente. Por ejemplo, ¿qué podemos aprender de la experiencia de las sentadas en los comedores de principios de la década de 1960, cuando decenas de miles activistas reprodujeron la acción de cuatro estudiantes en Greensboro, Carolina del Norte, en cuestión de meses?

¿Qué podemos aprender de las victorias y derrotas del movimiento obrero? ¿Cómo fue capaz de obtener leyes laborales más justas en casi todo el mundo, y por qué hemos estado perdiendo esas ganancias? ¿Cómo fue capaz de derrotar a uno de los regímenes autocráticos más represivos de la historia tras la Revolución Rusa de 1917, o por qué fue incapaz de construir el socialismo tras apoyar al primer socialista electo a la presidencia de un país, en Chile a comienzo de los años 70?

Los editores de SocialistWorker.org, la Organización Socialista Internacional, estados cometidos a aprender y esparcir esta tradición e historia, e invita a sus lectores unírsenos y a ser parte de la construcción de la oposición a Trump hoy, pero también de una visión a largo plazo de la sociedad: el socialismo.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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